J, varón 4 años.
Sin duda una de las mejores formas de contar de que manera funciona la terapia visual es con un ejemplo real, nada mas cercano que conocer que le ha pasado al vecino para asemejarlo con lo que nos ocurre a nosotros mismos.
En este caso en concreto os hablaré de un caso de ojo vago, o ambliopía como llamamos de forma técnica los profesionales.
Se trata de un niño que acude a nuestro gabinete con sus padres, ante las quejas de dolores de cabeza de su hijo de 4 años el pediatra le deriva al oftalmólogo, este le diagnostica de ambliopía monocular (ojo vago de un solo ojo), la recomendación del médico es que se ponga una gafa con una pequeña graduación y parche en el ojo bueno para forzar a que el malo trabaje, los padres no estaban de acuerdo del todo con estas recomendaciones y vinieron a Opterum pidiendo una segunda opinión.
Para nosotros, un ojo vago es un aquel que no ha podido trabajar en equipo con su compañero, no solo ve menos, también se mueve peor, cambia de enfoque de lejos a cerca y viceversa mas lento, no se coordina bien con el otro ojo… es decir, tiene mas habilidades mermadas, no puede competir con el otro, asi que si tapamos a su compañero, puede que durante un periodo de tiempo, y hasta un límite, aprenda a mejorar su capacidad de ver, puede que se esfuerce mucho y llegue a mejorar… pero ¿qué pasará cuando destapemos a su compañero el fuerte? ¿como habrá aprendido por si solo a trabajar con el? parece dificil, ¿verdad?
Asi que siguiendo nuestro razonamiento, comenzamos a trabajar con nuestro niño todas esas habilidades solo con su ojo malo, y cuando le pusimos fuerte, comenzamos a enseñarle a trabajar en equipo, así nos aseguramos que cuando los dejamos solos, sin ayuda y juntos, se enganchen y ambos funcionen siendo un equipo eficiente y durarero en el tiempo. Nuestro niño es un super campeón y logro todos estos meritos en 5 meses, a día de hoy, tiene 8 años y no somos capaces de averiguar cual era su ojo vago, los dos son igual de fuertes!
